...porque entre las idas, venidas y avenidas, mejor ser luz ida que lúcida.

Teoría del despojo o una sublimación de la pérdida

La violencia infantil se puede explicar cuando un no vidente le pide a un sí vidente que describa la foto que sostiene en su mano. El no vidente señala sus razones para tal petición y le dice al sí vidente: 

“lo que tú has visto a través de tus ojos yo lo he sentido a través de mi cuerpo”. 

Más tarde, el no vidente guardará cuidadosamente la foto en un álbum donde sólo se encuentran las fotos que de niño él hizo con una cámara que le habían regalado. La violencia infantil es la contemplación de una foto. 

CUANDO LA IMAGINACIÓN NO TE ALCANZA Y SÓLO TE QUEDAN LAS PALABRAS 

La estética de un espacio que se revela... observemos los colores y entenderemos el contexto. El contenido es lo que se articula como una interpretación multiforme. Capas de espesura incalculable superpuestas en una sincronía de impresiones. 

Una historia muy simple; básicos de un trayecto en situaciones conocidas; una línea que todos alguna vez hemos recorrido y que fácilmente reconocemos. Una historia muy sencilla cuya expresividad se aglomera en la saturación de detalles. Nada se escapa al ojo que disecta cada sema del plano fotografiado. Es la estética de un espacio revelado.

¿Sería admirable tu apreciación de lo que pido me describas? 

La admiración es sólo un espacio de la estética que no debe revelarse... Pues ante el sentido de una sensación y el de un sentimiento, ¿cuál sería más adecuado a tu necesidad? 

Si careces del sentido de la vista, qué importa la admiración y qué importa la estética cuando sólo escuchas mis palabras de una descripción que seguramente podría no existir sensiblemente más que en mi sensibilidad. 

Por esta razón no te narro los eventos ni te explico los acontecimientos, ellos carecen de tanta vista como tú. La admiración es la estética de mis palabras que revelan un espacio.  

Yo entonces me adentro en tu espacio sin entender los colores o el contexto, eso es admirable...  

El vacío es un espacio no ocupado excepto por aquellas interpretaciones que tu sentimiento pueda evocar a través de mi voz sobre algo que no has visto y quizás yo esté inventando. Nada se escapa al oído que disecta cada sema del plano fotografiado.  

Es la cámara que me regaló mi madre cuando era niño. Ella me dijo que mientras yo sacara fotografías de lo que a mi alrededor sentía, entendería la realidad que ella me describiría en cada una de las imágenes que yo jamás vería. Cuando la imaginación no te alcanza y sólo te quedan las palabras, descubres ese mundo maravilloso que está más allá de cualquier concatenación de acciones y encuentras la contemplación. La contemplación de un sentido que te falta y que no lo puedes entender. Mi madre se equivocó cuando yo era niño y me regaló esta cámara. Nadie podrá describir lo que aquí está fotografiado. Tu admiración y tu estética son sólo un vacío dentro de cualquier espacio que exista o puedas crear. -Click!- 

-marzo 2005-

La realidad supera la ficción

de la putrefacción también nace vida.
(Escrito místico de una epifanía y las dejaciones que el Destino sabrá castigar)


...y dice el Levítico 11, 7: “También el cerdo, porque tiene pezuñas, y es de pezuñas hendidas, pero no rumia, lo tendréis por inmundo”

I.
La Terquedad es una mula que no quiere moverse de donde está. Con su voz entrecortada y ojos que miran a un suelo siempre igual, pero con el orgullo que la caracteriza y le da la fuerza para mover su cabeza en sólo negaciones, anuncia a las dos de la madrugada: “cocinaré las Patas de chancho para no desaprovechar el momento”.
La Terquedad es una mala hecha contingencia, temporal y espacial.

II.
Una oportuna Reflexión indica: “¿pero, Terquedad, por qué insistes en algo que no tiene futuro y sólo resuelve tu ánimo instantáneo, que seguramente cambiará al día siguiente?”. La cabeza se sacude en negaciones caprichosas y, entonces, la Reflexión prende inciensos para soportar lo que viene: las patas de chancho cuando se cocinan huelen muy mal; es un asco que se derrite y hierve en una olla a presión. Los Vecinos son discretos y soportan las náuseas: “ya estamos acostumbrados a decisiones absurdas en horas absurdas. La perdonamos por su terquedad”.

III.
Los tres Días transcurren con su habitual descaro, como si no les importara todo lo que está pasando. Una Pata de chancho ha quedado en el olvido de los desechos y el Basurero que pasa a horas inciertas ya hace tres días que se la llevó al paraíso de los 9 Círculos. Sin embargo, todavía queda su hermana, bastarda o no, pero fiel compañera en las andanzas desde el matadero hasta la olla a presión. Ella llora su abandono y ha llamado a las Moscas para que compartan su dolor: “me siento encerrada y me pican cosas desconocidas en mi cuero grueso y graso. No soporto esta situación; tienen que hacer algo conmigo” Las Moscas mientras la escuchan la rondan como buitres en la carroña. La Terquedad no tolera este diálogo entre las criaturas y como solución encuentra que sacar la olla con la Pata de chancho que queda y su asco condensado al patio es lo mejor. “Para que no hayan moscas aquí adentro”

IV.
La Primera semana se ríe de nosotros: de la Terquedad, de la Reflexión y de los Vecinos. “¡Ya pasaron mis 7 Días y todavía no ven la creación del mundo! ¡Jajajajajaja!” La Pata de chancho dejó de llorar y lamentarse, pues ahora ha comenzado a reunir un ejército para hacer frente a la Terquedad, a ver si de una buena vez decide botarla al paraíso de los 9 Círculos. La Pata de chancho tiene ansiedad de Vida: “¡si para morir tengo que vivir, pues que se haga la Luz!”

V.
La Segunda semana llega calmosa y con mueca de extrañeza le pregunta a la Primera semana: “¿cómo? ¿Todavía no descubren el mundo que ha nacido en la olla a presión? ¡Qué descuido, por Dios!” La Segunda semana es un poco amanerada.

VI.
(perspectiva en contrapicado)
Llega el Día Esperado y con su espectación observa a la Terquedad darle Luz a la olla. La Pata de chancho la mira con pezuñas hendidas y un ejército de microorganismos a cuestas; le grita: “¡Ah, finalmente nos encontramos, Terquedad! Tus defensas están dormidas y yo rezumo fuerza. ¡No me niegues lo que te pido y hazme el favor de liberarme al Basurero! ¡Después de hoy me escapo de esta prisión de metal!”
(perspectiva en picado)
Llega el Día Esperado y con su espectación observa a la Terquedad darle Luz a la olla. De un solo golpe se produce el alumbramiento. “¡Dios mío!”. La epifanía quita el aliento; el misticismo eleva los ojos; la realidad supera la ficción: ¡de la putrefacción también nace vida! La visión es insoportable; los sentidos no la pueden sostener y el rostro se pone verde. La Terquedad cierra la olla con temblores apresurados.
(perspectiva frontal)
Llega el Día Esperado y con su espectación observa a la Terquedad darle Luz a la olla. La Reflexión que estaba con los estados alterados tras fumarse un porrito de hierba, escucha un grito desde el patio y con curiosidad sonriente y una realidad maravillosa a su alrededor se asoma y encuentra a la Terquedad apoyada en el marco de la puerta con mirada descompuesta. “¿Qué te pasó?”.

VII.
La Dejadez es hermana del Egoísmo, ambos hijos del Abandono y la Ceguera y ambos nacidos en la cuna del proverbio “no hagas hoy día lo que puedes hacer mañana”. Se criaron en un parque llamado Irresolución junto a sus congéneres “Más tarde lo termino”; se casaron entre ellos y de una de esas mezclas apareció la Madre, quien a mediana edad conoció al Padre, hijo de otra prole aledaña. Se enamoraron, buscaron futuro y tuvieron cuatro hijos. Aunque la Madre y el Padre eran seres de trabajo para mantener una familia amplia, su herencia sanguínea les jugó una mala pasada y les cobró lo que les pertenecía por derecho natural: nacieron Terquedad, Flojera, Dejamiento y “yo no quiero ser así”, la mayor, que ni pendiente con los consanguíneos cortó lazos con todos y se fue del país.
Lo curioso es que tuvieron de niñera a Esfuerzo y Voluntad, una pareja feliz, pero los tres niños menores fueron malcriados en vista de que la mayor se fue con Responsabilidad y tuvo decisión propia (¿a quién habrá salido?)
La madre proveedora y el padre proveedor no quisieron que sus hijos sufrieran lo que ellos por haber decidido vivir independientes. “Yo no quiero ser así”, era una excepción a la regla, y por eso no se contaba. El amor paternal es algo serio, de verdad.

VIII.
Por razones burrocráticas y otras excusas, Reflexión se dio unas vacaciones. Se enajenó de la casa, los Vecinos y la olla con la Pata de chancho por dos semanas. Cuando regresó olvidada de la realidad de hacía dos semanas, fue tranquilamente a la cocina a preparar un pollito al horno. Estaba en eso cuando recordó que antes existía una olla a presión. La buscó y no la encontró. Reflexión pensó “¿será posible?”, hasta que vio dónde estaba el artilugio, ya no en el patio, sino en el Rincón del patio. “¡¡¡Será posible!!!” Terquedad llegó de sus clases y como si todo fuera normal le saludó, le habló y le sonrió.
Reflexión anuló su amistad con Terquedad y como si todo fuera normal le respondió, le escuchó y le sonrió.

IX.
El Mes vino y se fue. A la Primera semana ya no le parecía divertida la situación y cuando llegó la Segunda semana sólo encorvó los hombros y con gesto de fastidio la dejó entrar. Ésta bostezando fue viendo cómo sus Días lánguidos pasaban. Terquedad transcurría callada, como un luto, y preocupada de sus estudios, mientras Reflexión vivía placidamente, como un día soleado, sin prestar atención a la olla que faltaba y que todavía estaba en el Rincón del patio.

X.
Desde el sur anunció su visita Ruinal que con traje de tigre causó alegría y largas conversaciones. Ruinal es un preciado amigo de Reflexión; lástima que su novia Pingüina no lo pudo acompañar al puerto en el que se han desarrollado todos estos capítulos. Reflexión naturalmente le contó de los llantos de la Pata de chancho, su guerra perdida y su destino desconocido hasta ahora. Ruinal es de una curiosidad arrasadora, levantó la tapa de la olla y por segunda vez dio Luz a esa pata abandonada. Reflexión quiso evitarlo, pero el tigre fue más rápido y cuando ambos miraron dentro sólo encontraron silencio, tierra hasta el tope y muchas Hormigas aprovechando el entierro.
Finalmente Reflexión comprendió: Terquedad fue Dios, quien permitió la vida y después la quitó. El deseo de la Pata de chancho se hizo realidad a medias, pues nunca Caronte en su basurero la transportó hasta el paraíso de los 9 Círculos.
Terquedad sepultó a la Pata de chancho y la historia se acabó.

Epílogo. (N. de la A.)
El Destino sabrá castigar a sus pecadores, y ya escrito en El Libro está. Sin embargo, esta fabula es el testimonio de una realidad que supera la ficción. Mi amigo el rey Arthur me sugirió escribirlo, pero sólo un trance místico y otra virtualidad son las que se hacen cargo de lo aquí dicho. Ya no quedan Vecinos ni Reflexión. Todos ellos se han ido.
Pero la olla con paciencia de hierro tolera que de ella hayan hecho una tumba.
La Pata de chancho no volverá a recibir la Luz.

-diciembre 2004-

Sobre la Mentira y la Verdad

En La Última Cena de Tomás Gutiérrez Alea (1977 ¿?), los esclavos se sentaban a la mesa del señor Feudal y compartían en un momento de hipócrita caridad con oscuras intenciones de pregonar y justificar una realidad teñida de latigazos y maltratos. El señor Feudal ofrecía suculentos platos y alimentos bien cocinados con los refinamientos propios de un hijo de conquistadores, buscando –quizá- una cristianización y la enseñanza de “buenas costumbres” a los bárbaros negros e indios que componían el grupo de subhumanos que trabajaban su tierra.
Sin embargo, el señor Feudal tras cierto rato tolerando poco o nada colores y contexturas de piel nativa distintos a su frágil y pálida piel foránea, con la excusa del “baño” se retira a respirar aires más llenos de perfumes y no tanto sudor de esfuerzo y cansancio.
Así, un momento de sonrisas no forzadas, de pelucas caídas y camisas desabrochadas por la temperatura sin estar bajo el abrigo de la humedad nocturna hizo que entre los esclavos se miraran picaronamente, sonrieran por la buena comida y alguno hiciera un comentario de casi agradecimiento. De repente, un golpe en la mesa con el vaso de aguardiente y uno de los presentes comienza a contar este cuento:

“Se dice que en tiempos antiguos, donde ya nadie recuerda dónde ni cómo ni por qué, iban la Mentira y la Verdad por diferentes caminos. La Mentira era flacuchenta, de rasgos insultantes, rastrera, débil, ágil e ingeniosa. La Verdad era esbelta, fuerte, de voz tronante, hábil y bella. Un día ambas figuras se encontraron en un cruce; al reconocerse, desenfundaron sus machetes y se amenazaron de muerte. La una queriendo aniquilar a la otra, y la otra queriendo engañar a la una.
Un movimiento certero, un filo cortante y un choque de ambas figuras. Como la Mentira era más veloz y angulosa que la Verdad, ¡logró ensartarle su machete! La cabeza de la Verdad rodó por el suelo y la Mentira se rió de gusto. La Verdad en su desespero buscó y buscó ciega hasta que tomó la cabeza de la Mentira, se la arrancó con sus poderosas manos y creyendo que era la suya, pues se la puso en su cuerpo…”


Dicho esto, volvieron a mirarse los presentes y uno de ellos con mirada perdida dijo que no entendió. Los otros reaccionaron con carcajadas quebrando el suspenso de la historia y lo llamaron zopenco. En ese instante volvía el señor Feudal con la peluca acomodada y los polvos faciales renovados; con dientes aceitosos sonrió a su alrededor y preguntó qué tal estaba la cabeza de cerdo recién servida. Todos rieron, dijeron que “muy buena, patrón” y siguieron comiendo. Miradas cómplices y sonrisas de lo políticamente correcto. Un “gracias” bien seseado y todos a dormir.
Misión cumplida. El señor Feudal se siente satisfecho y se duerme borracho en su lecho de exóticas plumas. Días después los esclavos le quemaron el rancho.

“…Desde entonces, anda por la faz de la tierra el cuerpo de la Verdad unido a la cabeza de la Mentira. ¿Cómo reconocer cuando habla la una o la otra? Nadie sabe, nadie sabe.”

NOTA AL PIE: cualquier asociación generada o cita evocada es mera responsabilidad del lector. Nada de lo aquí dicho tiene relación con los personajes mencionados.

-noviembre 2007-

El Guerrero y la Serpiente

En tiempos de desconocida verdad y todavía por conocer, andaban dioses, seres míticos, héroes y toda una sarta de desechos imaginarios producto de esa constante de querer explicar el mundo sensorial a través de virtualidades fabulosas que tanto éxito han dado a las letras sabihondas de nuestra occidentalidad.

Los espacios se recreaban y materias posibles e imposibles eran invocadas por el lenguaje, cuyos delicados pincelazos desdibujaban la realidad trayendo otra para el deleite de sus espectadores. Y es así que en una obra de teatro igualmente virtual se encontraron un hacedor de mundos, un guerrero y una serpiente como primer escenario.


ESCENA I
“¿Qué le dice la Serpiente al Guerrero?” (Hacedor de mundos)
+ (Responde la Serpiente) Primero, que se fije donde pisa. Inmediatamente después y sin tanta arruga de sus inexistentes cejas, que qué lindas sus sandalias -tan adecuadas para la época-, que dónde las ha comprado porque le quedan de maravilla, pero que debiera cuidarse esos callos. Al final le diría “córrete que me tapas el sol” (copyright Diógenes Laercio), ya que sería lo más lógico de parte de un reptil a un bípedo ancho y alto.
Sin embargo, el Guerrero no escucha. Entre tanto andar y reandar caminos, el polvo no sólo se acumula en sus ropas, sino también en sus oídos. Con la travesura del dedo meñique de andar husmeando fuera de la sandalia, percibe que algo resbaloso se mueve allá abajo, en el piso, donde está la tierra. Un siseo, unos colmillos, una lengua bífida.
La Serpiente está presta a lanzarle una mordida a esos tobillos resecos, mas el Guerrero como todo héroe que sólo se manifiesta en situaciones extremas da un salto extremo hacia el otro extremo, salvándose así de la mordida y dejando a la Serpiente refunfuñando bajo su lengua.
+ (Habla la Serpiente) Pero si yo sólo quería conversar un ratito…
El Guerrero se da cuenta de los oídos y va hacia el río -que siempre estará cerca de una clásica escena como esta- a lavárselos. La Serpiente impaciente prefiere irse a buscar una tal Eva que sea menos sorda, pero el guerrero como toda vanidad de héroe y ya con los oídos bien lavados da otro salto y ruega las disculpas a la Serpiente
- (Habla el Guerrero) Perdón… no fue mi intención y he sido un maleducado… por favor, a veces me descuido de mi personal descuido. ¿No le gustaría acompañarme enredada en mis tobillos y así llevarla más comodamente por estos andrajosos caminos?
+ Yo feliz, será un transporte mejor que el Transantiago. (Responde sonriente la Serpiente, mientras deja a Eva que le da la mordida a una manzana)
- Pues voy en mi Dosch, súbase no más! No hay que pagar más que el precio del olor de mis pies.
Mientras, se ve el rostro aburrido de Eva cuando de la manzana sale el gusanito de Pinocho dándole la retahíla de moralidades a la pobre Mujer que volada andaba.
+ Le recomendaría además que usara una crema humectante para tobillos. (dice la Serpiente bamboleándose enredada en la pierna del Guerrero)
Atrás queda Eva con un gusano en sotana; se escuchan unos truenos y Adán decide inventar un nuevo personaje al que le llamará Dios. Pero entre movimientos mágicos y ondas multicolor lo que inventa es otro gusano que incita a Eva a apostar como enajenada… “el juego, el juego”, le susurra, mientras el Azar y el Destino comienzan a guiñarse los ojos y sacan los dados… “el 1 es 100, el 5 es 50, se juega con 6 dados”
El Guerrero sonríe como héroe y le pide a la Serpiente que se calle, porque su lengua bífida le causa cosquillas en sus tobillos resecos. La Serpiente, disfrutando las carcajadas del Guerrero, sigue hablando y hablando y hablando y…
“Nace la Comedia” (Hacedor de mundos)
Pero como todo héroe, ante el gusano de la suerte y truenos de divinidad no creada, se tropieza súbitamente, le aplasta la cabeza a la Serpiente y…
“Nace la Tragedia” (Hacedor de mundos)
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El imaginario colectivo no deja de reproducirse y aunque ya se habla de inconcientes, subconcientes, infraconcientes y otros faltos de conciencia o con-con-ciencia en conciertos, desconciertos y otros técnicismos de esa disciplina naciente tan fascinante llamada psicología, psiquiatría, psicopatía y psicomagia, las medidas temporales de nuestra historia se asemejan a las mediciones arqueológicas o astronómicas, donde se habla de siglos y millonécimas de años como si se contara de la semana pasada.

Es así que para nuestro segundo virtual escenario, aunque los rayos catódicos se habrán inventado, Hertz habrá descubierto las ondas de radio, muchas revoluciones se habrán iniciado e incluso se hablará de las fábulas como Arquetipos mentales cuidadosamente clasificados, todavía los cuentos de hadas, dragones, seres magníficos y animales que hablan llenarán ese espacio del infinito que ningún método científico podrá nunca hipotetizar.

Nuestro Hacedor de Mundos habrá desaparecido sin que nadie lo haya notado.


ESCENA II
El Guerrero cuando ve que la Serpiente no responde, se asusta y sale corriendo, pero ¡ay! Un punzaso extraño le hiere su rodilla y más asustado aún, se muerde los labios, arruga el ceño y como todo héroe que soporta estoicamente el dolor, logra arrastrándose escapar a otro lado.
La Serpiente despierta días después medio desguañangada y un hijo de Adán ágilmente le ofrece un contrato para que sea la mala en las películas de la historia. Le habla de éxito, dinero, popularidad e influencia. Pero la Serpiente como está medio atontada no se da cuenta que en realidad lo que firma no es para películas… sino para telenovelas caribeñas y para un cómic mejicano, en el que además le ponen unas plumas que no le vienen nada a su estética de antigüedad bíblica.
El Guerrero ahora con un problema en la rodilla pues se va cojeando a mendigar a los pueblos… Es que ya no puede pelear con el Dragón ni salvar a la princesa; después de la caída, el Guerrero necesita que le operen los meniscos.
En su camino a los pueblos, cansado decide sentarse y escribir un par de aforismos. Comienza a escribir que eso del “guerrero” es metafórico... Y de repente ahora tiene otro objetivo en su vida, todo ha cambiado: ahora su trabajo es buscar un editor.
El Guerrero va donde la Serpiente que hecha una diva de las telenovelas -mejor conocida como la “Culebra”- tiene un montón de plata, lleva siempre unas plumas de colores y vive en un altar. El Guerrero humilde y con vestimentas raídas le quiere pedir un préstamo para la publicación de su nuevo libro: el “Manual del Guerrero”. Con esa copia, pues se buscará el editor…
La Culebra recibe al Guerrero en su mansión Azteca. Sabiendo quién venía, pues hasta cambió su piel para la ocasión. Cuando el Guerrero entra lo mira directamente a los ojos y le dice:
+ ¿Qué nos pasó? (Las plumas brillantes en el cuello de la Serpiente tiemblan de emoción e indignación)
- Tú con plumas y yo sin meniscos… En el transcurso del tiempo y los gusanos de la Moral y el Azar… ¿Qué nos pasó? (Todo queda en suspenso, todo queda en silencio. El Guerrero lleva los meniscos en la mano y se ve su rostro de incomprensión)

(Luces off)

(El público aplaude)

Se cierra el telón...
y se vuelve a abrir: salen los payasos haciendo malabarismos, cantando, riendo y uno de ellos recorre las butacas, pidiendo con su grotesca sonrisa dibujada una gentil colaboración.


FIN

-marzo 2008-

Cuánto sonido étnico...

Es como ese juego de niños, cuando nos fascinábamos por dejar caer gotas de pintura en un papel y después lo doblábamos en dos. Gotas de colores en una emulación de Mondrian o Kandinsky, pero con el factor azar mucho más presente; un gesto de improvisación que con la mirada de la infancia el deleite estaba en los colores, y su caída. Pero tras doblar la hoja y encontrar esas figuras ocultas que un test de Reusch intentó estúpidamente darles un sentido de inconciencia reprimida, el niño abría su boca de asombro. ¿De dónde salieron esas imágenes? Y así, doblaba el papel una y otra vez, viendo el aleteo de la nueva abstracción y para el adulto quedando la sonrisa gastada de una vanguardia netamente descriptiva... -marzo 2007-

Un mago que no sabe hacer magia

Un mago que no sabe hacer magia. ¿Pero qué mayor magia que el juego de palabras y el intento de convencimiento? Una recreación de la magia, sin efectos especiales ni colores brillantes, pero sí con mucha imaginación para querer desvirtuar la realidad… la voluntad de transformarla… y el trágico hecho de no poder. De ahí la reacción más sana, dentro de un concepto de clara locura, por supuesto: la risa y la consiguiente complicidad del resto. Sí , es un mago… hace magia con su humanidad. La comedia es un arte que sólo un espíritu trágico es capaz de hacer con la mayor sinceridad... es la redención de toda esta terrenalidad. -junio 2008-

Esperar

¡Es tan curiosa la forma en que los alemanes tienen una paciencia invaluable! Y ves la fuerza en que por años esta capacidad se ha educado tras tantas guerras, tantas reconstrucciones de sí mismos, tanto trabajo de re-hacerse, re-unirse, re-encontrarse. Igual que la ciudad, se ven cicatrices de esta labor, a veces no se ven, pero la historia se encarga de recordarlas y así con el transcurso del tiempo. La paciencia como una espera perenne que ya también deja sus huellas en algo tan, digamos “evidente”, como el baile. Los alemanes desean la perfección y si no la alcanzan son tímidos. Pero he ahí que el preciado arte de tostar y fermentar la cebada actúan como salvación: después de un par de cervecitas la espontaneidad ya no tiene que esperar para manifestarse, simplemente sale con la frecuencia que dan ganas de ir al baño a hacer pis. ¡Y así los alemanes bailan! A todo esto, yo creía que era un mito, pero no lo es: la “pilsener” o la susodicha pilsen fue inventada en Alemania, en un pueblito que lleva el mismo nombre... Pero es en eso precisamente donde se ven los estragos de esta educación: el cuerpo es TAN tieso… Con esto no intento de manera tangencial evitar mi propia rigidez, pero debo admitir que hasta mis huesos son más armónicos y si bien el papagayo interno no es tanto de selvas como de cordilleras, igual el caribe en estos nórdicos y fríos aires se destaca. Los alemanes más que mover el esqueleto es casi como que lo quiebran, a veces hasta da susto mirarlo, ¡en qué momento el pobre se descoyunta alguna articulación!… Tanta contención, tanto control.
A propósito de estos “quebrantos”, el otro día, un Plácido Domingo, me fui de paseo en bote junto a una amiga. Recorrimos canales y otros ocultos caminos del río Havel en un bote donde habíamos cerca de 30 animales alemanes (y nosotras dos, las más raras en esta selva) bailando en una rave marítima con una DJ fabulosa y pegándome con el paisaje de chocolate que había a mi alrededor (“los árboles se veían tan lánguidos…”) y los colores brillantes que me tenían literalmente drogada con las sensaciones. Fue un viaje fabuloso; puros personajes de fábulas, pero sin moraleja. En ese momento pensé si yo no andaría en la Nave de los Locos, pensé en Fellini y vi un montón de discapacitados quebrando el esqueleto para moverse con el beat trance. Me sorprendí de tener tal pensamiento: “todos parecen discapacitados” Lo compartí con mi compañera de fiesta y la socia me dijo “¡¡síiiiiii, es verdad!!”, confirmando que yo no alucinaba.
Sin embargo, la mejor muestra de esta espera se ve en los semáforos.
Algo que es siempre fascinante es el estoicismo de una persona para mantenerse inmóvil cual yogui atenta y observante esperando con una fe inquebrantable lo que es absurdo esperar, es decir, que cambie la luz a verde y le indique que puede cruzar la calle. El peatón no ve más allá que el semáforo. De hecho no pasa ningún auto, no se ve nada a la distancia y el peatón no cruza porque la luz es roja. ¡La programación está TAN bien hecha! Una voluntad de espera titánica. Yo no aguanto y cruzo… a veces, incluso, miro intencionalmente a la otra persona como para “animarla” a cruzar y no seguir esperando algo que carece de total importancia. Pero nadie me ve, sólo esperan la luz…
Más de una vez me han tocado la bocina con cierta molestia por yo ir ejerciendo mi libre albedrío y no haber esperado la luz verde peatonal. Es entonces que la espera ahora se traduce en esperar la excusa para descargar ese control, esa contención. Al más mínimo gesto de “romper la regla” que se presenta, ZAS, el bocinazo, el insulto gutural en un idioma que igual suena a veces como masticando piedras, o el clásico acelerar para que “ruja” el motor. Yo me río de la falta de paciencia en este caso y les respondo a veces con un gesto o de una con un “calmao, loco” y la mirada de malandra caraqueña, ja!
¿Uds. podrían esperar? ¿Será que de eso nace nuestro impulso, nuestra pasión, nuestro ritmo latino? Yo busco aquellas huellas que me den pistas del estereotipo “latino”. ¿Qué es ser latina? Yo lo soy y a mucha honra. Con orgullo e incomprensión en cómo alguien no podría ser así. O sea, ¿por qué esperar la luz verde oficial cuando se puede cruzar ahora?

Y bueno, mientras espero, me tomo mejor una cervecita y sigo mirando la gente.

-mayo 2008-

Lavar

Ciertamente las costumbres foráneas a veces fascinan, otras fastidian, otras sorprenden, otras se copian y otras simplemente no se entienden.
No mencionaré las fascinantes ni las fastidiosas, porque el aspecto subjetivo estaría demasiado evidente y no me interesa recrear espacios de sentido para que mis preciados lectores traten de acercarse a lo que mis manos intenten expresar a través del tecleo monótono con igualmente monótonas letras en una carta que incluso les parezca monótona en sus colores monotemáticamente blanco y negro.
Así que por el contrario y sin tanto sentido de por medio, pues les comentaré una de aquellas costumbres germanas incomprensibles, como por ejemplo la que tiene que ver con esa rutinaria y prosaica actividad conocida popularmente como el clásico “lavado de platos”.
Consabidísimo es el antiguo arte de “faire la vaisselle” o “hacer la loza” o simplemente “lavar los platos”. La costumbre en sí posee bastante sentido y es hasta lógica: hay platos sucios, hay que lavarlos. Ya que carecemos todavía de un sistema de reciclaje poderoso y una máquina productora a escalas groseramente exageradas de platos desechables que cubran las inevitables 3 comidas diarias, además de los picoteos entretanto y otros caprichos de la gula y el gusto a deshoras de una población en perenne crecimiento, pues no queda más que siempre lavar los platos. ¡Qué decir de aquellas casas donde se conservan con fervor devocional la vajilla y la cuchillería de ancestros perdidos en árboles familiares de quién sabe qué noble origen o cualquier invento que merezca prolongarse en el tiempo, así el decorado esté excesivamente obsoleto o las florcitas pintadas tengan un toque “de la abuela” que ya ni por kitsch pueden pasar!

¿Pero qué querrá decir La Cuchilla con tanto blabla?
Me detengo a pensar en las diversidades culturales e imagino las posibles formas de lavar los platos en diferentes partes del mundo… Y no se me ocurren muchas diferencias, excepto quizá en el jabón: quizá haya culturas donde se lavan los platos sin jabón y en su lugar se restriegan los platos con… ¿tierra?, ¿extractos de plantas?, ¿la lengua de un gato?, ¿un trozo de cuero de algún animal?, ¿el humor vitreo de los globos oculares del ganado? También pienso que quizá ni se restriega nada y en su lugar se remoja todo en agua caliente. Llego a imaginarme incluso que ni siquiera se lavan los platos, sólo se les pasa una servilleta y ya.
Pero después llego a Alemania y descubro que mi imaginación es muy pequeña.

En este momento, diga “YO” aquella persona que cuando va a lavar los platos cumple con la estructura “agua-jabón-agua” o a veces sólo “jabón-agua” (esta última no puede ser al contrario)
¡Ahora dices “YO”!


Ahora hago un paralelo entre el proceso de lavar los platos y lavarse el cuerpo propio. El cliché de que los europeos se lavan menos que los latinoamericanos es y no es cierto. No mencionaré sobre los otros países de este viejo y rancio continente, sino que me restringiré a las fronteras germanas. Es así que hasta ahora he podido comprobar que los alemanes en general se duchan todos los días y lavan sus ropas por lo menos una vez por semana; cualquiera diría que son limpios… Pero después ¿cómo se explica el hedor en el metro o que tras una cicletada hasta la chica más linda o el chico más guapo ventilen sus cuerpos y se esparzan por las partículas del aire esos TAN estancados humanos olores? En mi caso, me mata cualquier atracción y más que despertarme instintos de procreación, me dan ganas de abrir la ventana!!
La respuesta a esta supuesta paradoja –desde los ojos deslavados por mi cultura- subyace en el jabón precisamente. Los alemanes no usan jabón, por considerarlo un poco “agresivo” para la piel… usan “crema de ducha”, algo que yo definiría como un perfumito-crema suavizante que hecha alguna espuma y se puede enjuagar, a pesar de lo resbaloso... Algo así como el jabón líquido que el mercado ha sacado para simular que te estás lavando las manos...
Bueno, sí, quizá incluso más importante que esto -dirían uds.- es el hecho de que no suelen usar desodorante. No obstante, incluso cuando lo hacen, tampoco sirve de mucho (¡OJO!, comprobado por “mis pupilas olfativas”)
También observo que los alemanes son grandes amantes de los baños de tina, una manera de remojarse a sí mismos. Tampoco usan jabón, sino que “espuma para baño de tina” y se quedan ahí un buen rato.

¿Y qué es lo incomprensible del lavado de platos, Cuchilla?
Mojan los platos, les echan el líquido lavaplatos, los resfriegan con alguna esponjita o cepillo y después los ponen en el escurridero. Todo bien, todo suena normal, hasta que poniendo más atención veo que hay volutas de jabón y espuma resbalándose por el plato, los cubiertos, la fuente, la olla. Mi primer pensamiento es “oh, ha enjuagado mal los platos”. Todo bien, todo suena normal, hasta que poniendo más atención veo que hay restos de comida, pequeños, mínimos, ahí, pegados. Mi segundo pensamiento es “oh, ha lavado mal los platos”.
La siguiente tanda de platos y me percato de los detalles. Remojan los platos, les echan líquido lavaplatos, crean espuma, los resfriegan desganadamente con alguna esponjita o cepillo y después los ponen en el escurridero. Algo me falta acá… ¡No enjuagan los platos! ¡No lavan los platos! ¡La estructura cambia de orden al igual que la gramática de este idioma: “agua-jabón”, y no puede ser al contrario!
Me quedo perpleja y trato de encontrar una explicación. Los tiempos de guerra y las insufribles épocas de reconstrucción de la ciudad, la escasez de todo y el trauma, más la culpa que cargan tantos alemanes por los estragos del siglo XX, son razones comprensibles que me vienen a la cabeza con mis ojos cerrados buscando y buscando. Los procesos para la purificación del agua que hasta en las construcciones sólo agua potable se usa son un precio altísimo que debe pagar la población y eso también lo acepto como una explicación. Hasta la misma aclaración “lógica” que me da un amigo alemán me parece razonable, a pesar de que la acción última no la he visto realizar con tanta frecuencia: “el jabón está bastante diluido, es sólo espuma y después se le pasa un paño;, así de simple, Vania”
Lo más chistoso de todo es que en alemán tienen UN verbo exclusivamente para describir la acción de “lavar los platos”, ja!

¡PLOP!

Y es aquí donde finalmente acepto el incomprensible modus de lavar los platos que practican en estas latitudes, es sólo la distinción cultural que hace de la diversidad un universo de múltiples colores como pompitas de jabón flotando en la cocina… Pero igual cada vez que saco un cubierto o un vaso, lo observo con ojos desconfiados!

Ps: mis hábitos en este sentido hasta la actualidad no han cambiado radicalmente, si acaso he disminuido el uso del jabón, pero enfatizado el resfriegue de la vajilla –¿respuesta inconciente de mi parte? ¡Soy sudaka hasta la médula de la ducha o de la llave del lavaplatos!

-abril 2008-

Golpe tras golpe...

tu sensibilidad roñosa, (jirones de una olvidada cualidad) vibra como un miedo incisivo, como un clamor estertóreo. -2005-

“Des-esperación"

Una espera no esperada? 

Una espera sin espera? 

Una sin esperación? 

Una esperación con des? 

Una espera a-rrancada? 

Una esperación sin ranca? 

Una espera perdida? 

Una espera no encontrada? 

Una es-peración? 

Una peración??  

Una des-espera o es pera con des? -2006-

Mejor morir en la batalla con un Dios que morir en la vergüenza con un Hombre!

God bless my humor! (y la risa histérica) –bis 3 veces ...Mientras, con un dolor de cabeza de 1000 astillas trizando el cráneo. -abril 2005-