La
estrella del Rock o un collage de pornos.
¡Oh,
Justiciero! ¿Qué apenada desgracia ha caido en tus sienes?
¿Qué
hilo presiona tu ceño para que siempre esté fruncido?
¿Qué
bolo alimenticio cuelga de tus belfos tan entristecidos?
¿Qué
ángeles y demonios brindan en tu mirada?
¿Qué
tanto romanticismo abunda en todas tus frases????
El
Justiciero deambula por veredas claras, oscurecidas de vez en cuando
por la sombra de luces apagadas y negocios llamativos con sus puertas
abiertas de música atrevida. Afiches de tiempos olvidados con
personajes de moda y otros de estrellas de rock recién pegados
colorean paredes salpicadas de pintura kitsch.
Son
hermosos ruidos, que salen de las tiendas, atraviesan a la gente y
les mueven los pies. Baterías marchantes, guitarras afiladas. Voces
escépticas que cantan de política.
Insectos
bípedos con chaquetas de cuero raído y negro trasnochado
intercambian fonogramas y discos piratas. Otros insectos que no les
parece correcto el copyleft compran y manosean productos recién
llegados; contemplan y babean con envoltorios cerrados, ansiando
sacarles su dispositivo de seguridad y justificarlos en el equipo
double surround de su hogar, dulce hogar.
Un
revoltijo de emociones y sonidos.
We are sudamerican rockers
¡PUAJ!
Una lágrima centellea en su párpado tembloroso.
You are rocker sudamerican
¡PUAJ!
El vómito revela una búsqueda insatisfecha.
El
Justiciero sólo encuentra la sombra de una daga, una bota puntiaguda
cerca suyo y una voz aterciopelada que pronuncia:
¡Oh,
Justiciero! Qué ridícula imagen contemplo.
Qué
atragantamiento tan insultante escucho.
Qué
pesadez Estomakal enseñas.
No
indica acaso ese vómito que ¿UD. NO ENTENDIÓ LO QUE YO LE PEDÍ?
¡ZAS!
No
atiendas el mensaje, atiende los golpes. Decimos lo que sabes, pero
sabemos cómo hablar. Es como rock’n’roll, pura música basura,
un poco transformada para que suene igual... Elvis, ¡sacúdete en tu
cripta!