...porque entre las idas, venidas y avenidas, mejor ser luz ida que lúcida.

el Grillo y el Aloe


Pieza 1

Un Grillo saltarín va cantando juguetón con el ritmo de la naturaleza, por lejos que estés, cariñito, ahí ahí te seguiré... y así va de planta en planta leyendo la melodía escrita en la porosidad de tanto verdor, por lejos que andes, amorcito, ahí ahí te encontraré...
De repente el Grillo decide descansar un momento, limpiar sus alas y buscar la piedra en la que se echará a dormir una siesta. Y oh! justo al lado hay un Aloe que con ojos curiosos hacía un ratito que lo estaba mirando y con pregunta filosófica movió una de sus alargadas hojas:
“¿Y tú? ¿Además de saltar también bailas? Yo con mis manos llevo la cadencia de los vientos, acumulo el calor del sol y, aunque tengo una que otra cana, sé moverme muy bien.” El Grillo no lo podía creer: “¡me invitan a bailar!”
Con sonrisa de maravilla extendió una de sus patitas hasta tocar suavemente una de las hojas que más destacaba del Aloe (ésa con una cana también alargada) y siguió cantando mientras ya ambos seguían el ritmo de la naturaleza, eres mi cielo, mi guía, la estrella encendida de esta pobre vida...