...porque entre las idas, venidas y avenidas, mejor ser luz ida que lúcida.

el Grillo y el Aloe 2


Pieza 2

Había una música de vientos que tañía cuerdas de principios y virtuosidades, escuchándose como se escucha el murmullo de aguas que caen suaves en la ceremonia del amanecer. El Grillo que despertaba con igual murmullo y con cierta pereza comenzaba sus ejercicios de estiramiento, levantó sus patitas e hizo el saludo al sol. Un Aloe todavía curioso y madrugador ya llevaba minutos despierto, se había sacudido el rocío de sus ojos y contemplando el cielo sin más volvió a preguntar: “grillo saltarín, ¿escuchaste esa hermosa voz que durante toda la noche estuvo recorriendo los astros e iba de una constelación a otra como polvo de estrellas que se mueven de aquí para allá y de allá para acá?”
Y el Grillo contestó: “oh, mi aloe, ¿te refieres a los sueños de lugares infinitos en que volábamos por senderos de silencios y respiros, cuando tú y yo danzábamos con un deleite de miradas y colores? sí... escuché esa voz y ahora que el amanecer termina, todavía hay algo de la caricia que estos vientos nos regalan... ¿la sientes aún?”
Y el Aloe sonriente cerró sus ojos, dejó que el rocío cayera y sus hojas se sacudieron en cánticos de milbrisas mientras todavía llegaba la mañana.