...porque entre las idas, venidas y avenidas, mejor ser luz ida que lúcida.

el Grillo 8



Pieza 8

La musique de la nuit.
La musique de la vie.
Los grillons de tierras cálidas y transpirantes se reúnen bajo estrellas brillantes para danzar el rito divino que agradece la brisa de la montaña y la puesta de sol. Los grillons llegan sonantes para hablarte en lenguajes, que sólo si extiendes tus dedos en la noche podrás comprender. ¡No cierres la ventana! Giros de voces, flexiones de tonalidades entre instrumentos exóticos, calendarios en formas sinuosas que se escriben de derecha a izquierda y no alrevés, te dicen con sabiduría sempiterna: “no hagas como la chicharra que se puso a dormir sin soñar y después despertó con un grito de ahogo sin agua.”
Así va saltando de gota en gota, afinando sus botas de vocal en vocal, nuestro grillo fabuloso de rincones más frescos hasta que... de repente, la orquesta de grillons veraniegos llega como un trance elektro. Nuestro grillo escucha esta música traida por estrellas fugaces y lo deja en un trance de naturaleza rave. En un éxtasis de bigbang tiene sonoras imágenes y sin cerrar sus ojos todavía grita como un vendaval: “iré hasta tus tierras y cantaré con la fuerza de los más antiguos santuarios!”

el Grillo sin Aloe 7



El Grillo – Pieza 7

Caminando bajo el jardín andan las hormigas afanosas y otros bichitos de la fauna de nuestras mentes que no cesgan en su labor matutina de colectar alimento y salir un rato a respirar el aire húmedo de una mañana prometedora. Entre tanto andando en el andar la tierra fértil bulle en movimiento, es la belleza del pensar, la belleza del contemplar... Pero así como el sentir es un lugar impreciso en un espacio infinito, lo mismo hace la fauna imagenológica ahí dentro, bajo el jardín, en los diversos niveles que nos alejan de la superficie y nos protegen de la intemperie o los que nos acercan a donde hierve la sangre y queman las pestañas con cariños de afluente energía. La tierra es un paraíso del amor y el dolor, arando y arañando, sembrando y cosechando, esperando ando andando a nado entre los aires de un nuevo día.
Un grillo quiere escarbar y encontrar la piedra de la suerte, ésa que tiene un agujerito a través del cual se ve un mundo redondo, pero antes de seguir jugando prefiere echarse al sol para que desde sus alas se eleven esas gotitas de rocío nocturno que tanto pesan y molestan su transcurrir. Mientras, los sonidos de la vida con armonía improvisada interpretan una pastoral nº 6 dando el paso al viento que llega así de repente, agitando las hojas, sacudiendo las aguas, crepitando las cortezas, suavizando la vista, silbando un allegretto y completando el cuadro bien pintado de esta escena.
El grillo busca el azul del cielo y se pregunta por qué es azul.
El grillo siente el azul del cielo y se emociona.
El grillo contempla el cielo y sabe que la tierra no es azul, pero también es un cielo.

Hay una canción que resuena en sus oídos como el redoble de tiempos que no pasan y recuerdan recuerdan cómo las cuerdas dan un re sin do ni mi en clave de fa. La canta tanta como antes del ayer cuando todavía no sabía cuántos cielos podría andar... Y todavía no sabe, pero canta tanta...

el Grillo y el Aloe 6



Pieza 6

Sueño de Aloe se llama el Shampoo con el que el Grillo se baña cada mañana. Casi no tiene espuma, pero es de una suavidad que ni bálsamo se necesita. Así es cómo las hojas del Aloe limpian las patitas del Grillo y éste con la ligereza que lo endereza incluso en los días de calor cuando más de una vez al día se refresca, no cesa de cantar:
Sueño de Alooooe,
que me haces dormir en tus oooojos,
des can sar en tus hoooojas
y hamacarme bajo tu soooombraaa...

Una hormiga que curiosamente estaba escuchando el canto, preguntó al cantor: “¿Y de dónde salió ese Shampoo?”
El Grillo sonriente agitó las alas, se posó en una piedra, miró el cielo amanecer y respondió: “Fueron los dioses quienes simplemente me lo regalaron...”

el Grillo y el Aloe 5



Pieza 5

Chillllllidos de orugas, pasitos de hormigas con la cadencia de valses readaptados al estilo mestizo del sur, escarabajos noctámbulos mordisqueando hojas de plantas y voladores zumbando entre idas y venidas; todo un baile arrabalero con aires de salón en una pista llamada naturaleza.
...yo no sé qué me han hecho tus ojos
que al mirarme me matan de amor...
El Grillo a veces soñador miraba melancólico cómo ahí en la tierra se removían tantas voces que entonaban líricas de noches, de lunas, de lluvias, de calores y de secretos de tiempos inmemoriales. Arriba las estrellas brillaban en pálpitos de espacios insondables y la fresca brisa hablaba suave de los ejes del mundo y su cantar.
...yo no sé cuántas noches de insomnio
en tus ojos pensando pasé...
El Grillo volvía a suspirar y removía sus patitas en cierta languidez de horas que pasan, miraba el horizonte y limpiando sus alas se ponía teatral.
...sólo sé que al no verte una pena va rondando por mi corazón...
El Aloe que ya se había sumido en los sueños, de repente abrió sus ojos, se fijó en el Grillo sentado en su piedra, acercó uno de sus brazos y le dijo: “¿acaso no te echas a dormir? Tu hamaquita te espera...” y el Grillo al escuchar la voz, sin moverse mucho sonrió y cantó con el tono que la ternura sólo puede dar:
Tus ojos para mí serán...
serán la luz de mi camino que con fe me guiarán
por un sendero de esperanza y esplendor...

La noche transcurrió su curso, la música siguió sonando y ya el Grillo estaba entre las hojas de su Aloe durmiendo hasta un nuevo despertar.

el Grillo y el Aloe 4



Pieza 4

En una incipiente primavera todas las voces de la naturaleza van pintando el paisaje con bailes de sonrisas, verdores de sabores deliciosos, blancos de miradas sinceras, lilas de infancias jamás perdidas, amarillos de juegos amables y rosas de sentires encantados. En un coro de las flores la más hermosa anuncia horas de búsquedas y encuentros, mientras el Grillo va a ritmo de arcanos rituales yendo de una piedra a otra,
Rooosa, qué linda eres
Rooosa, qué linda eres tú...

El Aloe que llevaba sus brazos en un tumba'o cadencioso con ojos cerrados en un momento los abrió, vio fijamente al Grillo y le explicó: “¡yo también tengo una flor hermosa! Sólo espera y verás cómo desde mis entrañas nacerá...”, y dicho esto volvió a cerrar sus ojos sacudiendo sus hojas en otro tamborileo. El Grillo conmovido se acercó cuidadoso hacia el centro de su querido Aloe y suavemente movió sus alitas como en un secreto: “¿pero si cierras tus ojos no ves acaso que es a ti a quien canto?”
...sobre la vida regando flores, la llamaré rosa de mis amores...
Rosaaa, la más hermosa
Rosaaa, ¡tú eres la diosa!

el Grillo y el Aloe 3


Pieza 3

Ay ay ay ay que hay tonos y cuerdas que parecen de lugares extraños, lugares lejanos... el oriente que le dicen, donde misterios y dragones todavía habitan tras hojas e ideogramas. El Aloe con mirada aplicada y curiosa inclinaba sus brazos hacia aires asiáticos con ritmos indescifrables y de reojo daba una sonrisa al Grillo: “¿vamos?”
El Grillo que había estado saltando por varias rocas se puso un poco nervioso y con patitas un poco inseguras dijo esta vez: “saltos tan largos no siempre puedo hacer, osado Aloe, pues antes de llegar a Hong Kong están las tierras de los Balcanes, el antiguo imperio Otomano y los secretos del Himalaya...”, se quedó pensativo un momento, movió sus antenas y saltó a otra piedra con mayor entusiasmo “¡Pero somos seres eternos! ¿Qué tal si mientras extiendes tus brazos queriendo tocar el otro lado, yo te llevo conmigo y vamos los dos saltando charcos y montañas hasta que lleguemos donde se habla con melodías?”
El Aloe se acostó un momento, miró el cielo tan alto y mientras tocaba su plexo dijo en una exhalación: “...y ya no hay lados, ni arriba ni abajo, somos seres que no tienen límites...”