...porque entre las idas, venidas y avenidas, mejor ser luz ida que lúcida.

el Grillo sin Aloe 7



El Grillo – Pieza 7

Caminando bajo el jardín andan las hormigas afanosas y otros bichitos de la fauna de nuestras mentes que no cesgan en su labor matutina de colectar alimento y salir un rato a respirar el aire húmedo de una mañana prometedora. Entre tanto andando en el andar la tierra fértil bulle en movimiento, es la belleza del pensar, la belleza del contemplar... Pero así como el sentir es un lugar impreciso en un espacio infinito, lo mismo hace la fauna imagenológica ahí dentro, bajo el jardín, en los diversos niveles que nos alejan de la superficie y nos protegen de la intemperie o los que nos acercan a donde hierve la sangre y queman las pestañas con cariños de afluente energía. La tierra es un paraíso del amor y el dolor, arando y arañando, sembrando y cosechando, esperando ando andando a nado entre los aires de un nuevo día.
Un grillo quiere escarbar y encontrar la piedra de la suerte, ésa que tiene un agujerito a través del cual se ve un mundo redondo, pero antes de seguir jugando prefiere echarse al sol para que desde sus alas se eleven esas gotitas de rocío nocturno que tanto pesan y molestan su transcurrir. Mientras, los sonidos de la vida con armonía improvisada interpretan una pastoral nº 6 dando el paso al viento que llega así de repente, agitando las hojas, sacudiendo las aguas, crepitando las cortezas, suavizando la vista, silbando un allegretto y completando el cuadro bien pintado de esta escena.
El grillo busca el azul del cielo y se pregunta por qué es azul.
El grillo siente el azul del cielo y se emociona.
El grillo contempla el cielo y sabe que la tierra no es azul, pero también es un cielo.

Hay una canción que resuena en sus oídos como el redoble de tiempos que no pasan y recuerdan recuerdan cómo las cuerdas dan un re sin do ni mi en clave de fa. La canta tanta como antes del ayer cuando todavía no sabía cuántos cielos podría andar... Y todavía no sabe, pero canta tanta...