...porque entre las idas, venidas y avenidas, mejor ser luz ida que lúcida.

Crónica 7. 2 Marzo 2020 - 2 Marzo 2021

Llegamos a Marzo y esperando el primer súper lunes 2 como el día en que Chile se acabara, vimos con decepción -al menos en la región de Valparaíso- que el día transcurrió con bastante tranquilidad. El transporte, las calles, el día laboral, los ánimos, las miradas, las movilizaciones, la represión esperada no llegaron realmente. Se había convocado a una marcha en Pza Victoria a las 5pm, pero según los informes, casi ni había gente y todo indicaba que “el acabose no llegaría hoy”. En mi conmoción y reflexiones filosóficas de cómo finalmente la realidad siempre supera la ficción, además que el deseo no hace el hecho, le escribí con cierta ironía a una amiga sobre esta frustración absurda y como respuesta me llega un audio con su voz algo temblorosa, afectada, asustada diciéndome que estando en Subida Ecuador comprando llegó un contingente de pacos gaseando a destajo, que había personas vomitando, una mujer mayor la vio paralizada, llorando y orinándose de miedo por la irrupción incomprensible y sin sentido de los Carabineros de Chile, siendo que no había manifestantes, los negocios estaban abiertos y en la hora en que todo el mundo estaba esperando sus colectivos para volver a sus casas, comprando los menesteres para la comida o simplemente pasando por ahí a las 6:30pm.

Los pacos están desatados, enojados… Son fuerzas de orden público que han visto vilipendiado su nombre histórico con acusaciones ciertas de abusos y violaciones a los DDHH, corrupción, consumo de narcóticos y otros desequilibrios mentales que los afectan. En este momento, los pacos son energúmenos furiosos que esperan el momento de poder matar a toda la gente como venganza y demostración de poder bruto. El uso a destajo de las bombas lacrimógenas, así como enjuagarse la boca con quienes son los violentistas y qué es violencia, es la fórmula en loop que no cesan de repetir para justificarse y amenazar la capacidad que tienen frente a una población civil.

En este sentido, no puedo dejar de pensar en la famosa primera línea, héroes trágicos que en su juventud y precariedad enfrentan a una policía militarizada preparada para una guerra con el pueblo que debiera defender y proteger.

He visto cómo en la ex-plaza Italia con menos de 20 personas han utilizado gas pimienta, lacrimógenas y 3 guanacos para “dispersar”. Me he tragado una bomba lacrimógena saliendo de una estación de metro en Santiago, ya sin más trenes en funcionamiento a las 8pm y con sólo una salida habilitada en la cual lanzaron el gas. He experimentado el arbitrio innecesario y exagerado del derroche de métodos disuasivos con personas de diversos grupos etarios, incluyendo adultos mayores y niños.

He visto como llaman “confrontación” a 2 guanacos, carabineros equipados y marchando como ejército romano, otros en moto y un zorrillo contra una decena de muchachos de veinte años o menos, flacos, con un polerón envolviéndoles el rostro (la llamada “capucha”), una piedra en la mano y quizás un bolsito donde llevan otras piedras picoteadas de alguna acera, de algún escalón...

Así es como la guerra contra este enemigo poderoso es un Estado armado frente a una población civil que de alguna manera sigue creyendo y anhelando Gobierno, pues la autogobernanza si bien es la salida inmediata, no es lo que se quiere en el largo plazo, sino: pa’ qué exigir nueva constitución, la abolición de un sistema económico, la implementación de políticas sociales?. Vivimos la edad de piedra y modernidad en este encuentro de choque. Unos suicidas, otros asesinos. Está claro quién es quién. 

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Hoy, un año más tarde, es prácticamente lo mismo. Ya ni sé si es necesario seguir reiterando lo tan repetido desde los diversos organismos, personalidades, organizaciones sociales, etc. Comienza un marzo pandémico en que quisiéramos reivindicar los derechos de las mujeres luchadoras, de los presos políticos de la revuelta, de los mapuche apaleados en el sur, un proceso constitucional que plantea más dudas que respuestas; un marzo para denunciar nuevamente la desigualdad de trato, de oportunidades, del desempleo, la improvisación y la sobrevivencia... Hoy que es un día de nubes, es un transcurso con miradas anhelantes de cambios, pero fastidiadas del loop.

Sigo buscando a Godzilla.