...porque entre las idas, venidas y avenidas, mejor ser luz ida que lúcida.

La Couteau 32


Una es nadie y dos son un par.

Pero como dirían algunos entendidos en la materia sin color: "...pero tres son multitud"

Érase una vez varios depósitos de la memoria individual que pretendían ser colectivos y además querían dejar su huella en la faz de la tierra, como si no hubiera ninguna entretención mayor que la de tirar piedras a la ventana de los autos.
Un día uno de estos depósitos engordó por tantos chocolates comidos y sintiéndose orgulloso de su estado cremoso salió a pavonearse por las aceras de Villa Comtal. En su recorrido, a la vez que recogía flores y derretía su saliva chupeteando concentrados de sal vio sin querer queriendo una grieta en la pared y la tocó con sus manos suaves.
Al mismo tiempo que otro de los depósitos vio por casualidad causal una chapita sin abrir de una botella quebrada, se arregló el corbatín y resopló un mugido de clichés y frases siempre repetidas.
Los dos andaban por laderas de escombros de la antigua guerra, creyendo en futuros de colores con sabor a caramelo.
« un pétalo, dos pétalos, tres pétalos » cantaba uno.
« me quiere, me quiere mucho, no me quiere » cantaba dos.
«¿dónde cayó el reloj que compré de regalo en esta navidad? » cantaba tres, la multitud.

Villa Comtal se teñía de otoños; aunque era verano, la naturaleza rezumaba humedad cuyas gotas caían cual hojas de un ciclo terminado. Más allá de sonrisas polites, era una verdad que había llegado con la bofetada del mendigo que habla sin dientes. Los parques llenos de payasos hacían creer en una alegría y el helado suavizaba la acidez Estomakal. Los niños, sus manitas sin guantes y el candor de la mirada, mientras bajo la peluca desmemoriada era mejor olvidar. La pared con su grieta quedaron así por los siglos de los siglos, siendo que la botella se la llevaron para reciclaje, aunque su chapita fue arrancada y ahora es el sombrero de un señor fundador del Club Mate.
Entonces, de repente vino un dibujante para continuar la historia con un formato de distinta realidad y tomado el lápiz, la tinta embadurn...

¡ZAS ! ¿Cómo se atreven a vender esto como un cuento para niños ?
La Couteau está atribulada, el sostén de su pecho se rompe, el taco de la bota se entierra en un agujero y los anteojos oscuros se rayan. La realidad es imaginaria, una mosca da vueltas y el filo brillante mira el rededor buscando, buscando, buscando. Hay un gato acechando desde el tejado y las hormigas se remueven inquietas. La cuchilla enhiesta en el orgullo de un animal herido que husmea el aire sin saber a quién atacar, buscando, buscando, buscando.

Los depósitos fueron deportados a los gulags en Siberia y hubo un tiempo en que en el Vertedero una mujer les habló

La necesidad es partera de la creatividad

La Couteau 31


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Cuando me seco el cabello, se me cansan los brazos de sostener el secador.

Después de la sección de cartas al lector, justo antes de la sección parejas buscan parejas, La Couteau leyó un titular sobre el misterioso asesinato en la calle 56. Había una curiosa alusión al miedo del portero ante el penalty, por lo que quiso indagar más, pero al ver la foto del siniestro, sólo hubo una mueca de fastidio. Con un suspiro y ahuyentando una mosca imaginaria en su imaginario alérgico antebrazo, dio vuelta la página y los ojos volvieron a dar vueltas entre palabras con romadizo.
Quiero conocer uniformados, soy buena moza y me gusta bailar” (bendita sean las mujeres sadomaso)
Me gustaría conocer hombre sin vicios ni traumas” (a mí también, pero para ser sincera…)
Sólo para hombres de una cierta cultura sin compromiso y presencia armoniosa” (¿una cultura sin compromiso?)
Busco solvencia” (¿eso tiene que ver con el solvente que uso para sacarme la pintura de las uñas de mis pies?)
Quisiera conocer una persona (mujer) con carácter particular” (particular el paréntesis)
Busco alguien que me quiera” (¿para qué?)
No soy como el resto de degenerados de abajo” (sino como los de arriba, imbécil)
Mujer profesional busca amiga para fantasías mutuas” (todo es una eterna fantasía…)
Hombre gracioso quiere que le entreguen cariño” (otro perro abandonado en la calle…)
¿Eres más activo que pasivo? Llámame” (----)

Otra mosca revoloteaba en los aires imaginarios de los párpados. La Couteau sin tolerancia pasaba a otra página, otro tipo de búsquedas.
Finanzas, horóscopo, entretenimiento, pronósticos del tiempo, más cartas de problemas que “necesito que otro resuelva por mí” -incluso hubo alguien absurdo que se quejaba de su estado físico, pidiendo consejos deportivos para fortalecer sus brazos-, compra y venta, amarillismo, sensacionalismo,
y gente extraviada.

Hasta ahora se desconoce su paradero. Desapareció el jueves santo pasado mientras iba en bici según quienes la vieron después de haber gastado toda su economía en un barucho tradicional. Sólo se han encontrado páginas sueltas de lo que parecen ser notas de lisérgicas visiones. No se encuentra el título y apenas se alcanza a distinguir una entrecortada dedicatoria. El biciclo fue hallado como cuerpo masacrado, sin ruedas y sin asiento; el marco ligeramente desdoblado y un claro mensaje de que aquí hubo un choque. No obstante, todavía se halla desaparecida, desapercibida, desesparcida la biclista. Por favor, si alguien ha visto a Clara Rockmás, vaya al centro asistencial más cercano o llame ya directamente al (109) 876-54-32.”

Y ahí estaba, los dientes raídos, la mirada de romanticismo decimonónico,
una figura de perfomance, una mano con el cayo del lápiz.
-¿Cómo rayos es llama?
-¿Cómo rayos se llama?
Give my love to Marlboro no-light
¿o quizá debiera decir Clara Rockmás?”


La Couteau 30


Tráfico.

Escupitajos, neumáticos quemados, maderas abandonadas, devenires irresponsables que saludan con descaro a la ingenuidad del que cree lograr algo.
La contaminación electromagnética vibra en los cerebros cansados y el estrés del día a día. Un rugido de supervivencia acelera frenando bruscamente; la mano insolente que exige que las pistas se despejen y el vendedor del periódico pasa inmutable entre los autos abofeteando a una población con sus matinales venganzas, con los crímenes pasionales, con la política pendenciera, con las predicciones del día de ayer.
Los motorizados gritan su presencia y un humo acre tiñe los ojos que mal han dormido otra vez. Las ventanas de los edificios miran el tráfico como el desprecio se mira en el espejo, mientras las verdes mal simuladas praderas que intentan los cactus y otras plantas recrear se hiperventilan en su fatigoso esfuerzo por digerir el dióxido de carbono. La metamorfosis es una tarea titánica. Vemos los troncos enhiestos con el orgullo del que persiste, mas los árboles exhaustos dejan caer sus hojas como quien lanza la toalla en un cuadrilátero: el oxígeno en Villa Comtal es un bien preciado, para obtenerlo hay que pagar muy caro; es el precio de una sociedad con falta de comprensión y dolores de cabeza.
Me pica la nariz. Tengo alergia a esta ciudad”. La Couteau con cada estornudo sacude la nube de smog que la rodea; es casi un juego macabro entre ambas, un amorodio que ni la metafísica puede explicar.
¡Aaaaatchús!” La nube es esparcida entre infinitesimales partículas de polvo; la sorpresa siempre la abruma. Pero ya superado el shock, la nube con rabiosa decisión se concentra nuevamente y vuelve a atacar esas fosas nasales que tanta excitación de cosquilleos le provoca.
¡Aaaaatchús!” La nube vuelve a ser expelida hasta chocar con una pared; se encuentra aturdida pero no pierde su sentido de orientación. El smoke junto con el fog se abrazan y discuten una nueva estrategia. Deciden lo que siempre deciden creyendo que La Couteau no podrá saberlo. El smog arma cadenas entre sus partículas y se lanza nueva mente al frente nasal, ahora con más fuerza, con más fiereza.
¡Aaaaatchús!” Un nuevo derechazo y la nube cae semi noqueada. Las partículas se alborotan, no aceptan una pérdida. La nube mira a su alrededor, llora un instante el rechazo de esa alergia y después con frustrado odio vuelve a intentarlo, más incisiva, más agresiva.
Demonios. Es hora de la loratadina”, y la nube horrorizada por tal acto de bajeza, con amanerado resentimiento se da la vuelta y se va a molestar las narices de otros lados.

Debo salir de acá. No puedo respirar.
¡Las máquinas me están ahogando!

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-¿hola?- bit, bit, bit, bit, bit, bit...


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