Pieza 4
En una
incipiente primavera todas las voces de la naturaleza van pintando el
paisaje con bailes de sonrisas, verdores de sabores deliciosos,
blancos de miradas sinceras, lilas de infancias jamás perdidas,
amarillos de juegos amables y rosas de sentires encantados. En un
coro de las flores la más
hermosa anuncia horas de búsquedas y encuentros, mientras
el Grillo va a ritmo de arcanos rituales yendo de una piedra a otra,
Rooosa,
qué linda eres
Rooosa,
qué linda eres tú...
El Aloe
que llevaba sus brazos en un tumba'o cadencioso con ojos cerrados en
un momento los abrió, vio fijamente al Grillo y le explicó: “¡yo
también tengo una flor hermosa! Sólo espera y verás cómo desde
mis entrañas nacerá...”, y dicho esto volvió a cerrar sus ojos
sacudiendo sus hojas en otro tamborileo. El Grillo conmovido se
acercó cuidadoso hacia el centro de su querido Aloe y suavemente
movió sus alitas como en un secreto: “¿pero si cierras tus ojos
no ves acaso que es a ti a quien canto?”
...sobre
la vida regando flores, la llamaré rosa de mis amores...
Rosaaa,
la más hermosa
Rosaaa,
¡tú eres la diosa!
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