...porque entre las idas, venidas y avenidas, mejor ser luz ida que lúcida.

La Couteau 8


Sílfides y otros mitos callejeros.

Durante la tarde llana de un día aplastado contra la ventana, Vanja se cortaba las uñas. En eso tocaron la puerta y sin respuesta alguien asomó sus fisgones ojos por entre la cerradura.
Vanja sentada en el tragaluz y con una lámpara encendida a contraluz se cortaba las uñas
de las manos.
En eso, ella sintió un ruido y sin movimiento supo que la estaban observando por entre la cerradura.
Mientras que los ojos de la tarde bostezaban largo, dejando que las nubes cubrieran más el cielo
y poco a poco lo oscurecieran, Vanja se cortaba ahora las uñas de los pies.
En eso volvieron a tocar la puerta, aclarando la garganta para darle algo de voz a la timidez, por si todavía Uds. no se habían dado cuenta.
Vanja se puso de pie para apagar la luz. A media luz propia de esa imprecisa hora en que un daltónico ve los colores de un mundo surreal, Vanja miraba la puerta.
En eso abrieron la puerta y entró la luz del pasillo con formas curiosas por entre la rendija.
Vanja con un respiro de paciencia, dejó el cortauñas sobre su mesita de noche y abrió el cajón.
En eso una figura sin haber hecho daño pidió perdón y quedó ennegrecida por el contraste de luces en la habitación. Una habitación oscura.

¡ZAS! ¡ZAS!
el cuchillo tiene brillo propio. Un filo que corta al destino y hace bailar al tiempo centrípetamente, sin horas ni días, sin sexos ni edades. Sirve el devenir en un plato de salsa metafísica y aliñado con risas de fuegos y terodáctilos. Banquetero de filosofías y otras logias, es el gourmet de exquisiteces que da a probar los sabores de un metal aún no mellado.

- Sólo quería mostrarte la carta que encontré hoy en la calle. Fue… fue raro verla ahí, tirada, como si alguien la hubiera perdido.
+ O quizá sólo la habían tirado porque no les interesaba más.
- No (
la timidez vuelve a hablar temblorosa). No. No creo. Pero no importa. Sólo… sólo quería que la vieras y contarte la anécdota. Está oscuro acá, ¿dónde prendo la luz?
+ ¿Sabes quién era Acteón?

¡ZAS! ¡ZAS!
luminosidades etéreas que rasgan el polvo que tu garganta aspira. Cuchillo afilado que hace guiños de provocación al espacio y deja al azar una serie de destellos de un anhelo cuya verdad nunca ha sido encontrada. No hay servilleta para limpiarse los restos que quedan en la boca. Me ensucio la mano.

- La carta es un arcano del tarot. Se llama “Justicia” y tiene el número XI. ¿Dónde prendo la luz?
+ No me interesa. Vete y déjame sola.

Durante la noche movediza de un momento agazapado, Vanja cierra el cajón de un arma blanca aún no empuñada.

Sólo con un máximo de concentración y con la cesación de todo movimiento es posible crear ese estado de equilibrio para todas las cosas; pues el más fugaz pensamiento perturbador, haría que todo tambaleara…”

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