El día viernes 18 de octubre llegó mi madre de 76 años junto a mi sobrina de 11 años a mi casa en Viña del Mar para pasar el fin de semana. En la noche, las 3 generaciones estábamos viendo en la tele las imágenes de lo que el gobierno ha llamado “vandalismo” (posteriormente “organizaciones criminales”, “extraterrestres” e intervención de Maduro y Cuba). Esa medianoche, el presidente declaró Estado de Emergencia en la capital y nuestro despertar el sábado estuvo cargado por múltiples fantasmas del pasado. Justo ese sábado 19 teníamos un evento de tangoqueer feminista con la Colectiva Útera Tanguera, pero decidimos colectivamente cancelarlo por la contingencia nacional y decidimos apoyar la recién convocada marcha en Valparaíso a las 19h. Esa misma noche implementaron el toque de queda desde las 22h tanto en Valpo como en la capital, el cual de manera colectiva no fue respetado y trajo diversas consecuencias.
Desde ese momento hasta hoy han habido protestas cada día en diversas ciudades importantes del país (Arica, Antofagasta, Copiapó, Valparaíso, Viña del Mar, Concepción, Temuco, Valdivia y tantas otras pequeñas ciudades e incluso uno que otro pueblo), las cuales día a día han crecido en masividad hasta entonar como cántico de estadio multitudinario arengando el siguiente gol: “despertó, Chile despertó”.
Entre tanto, el gobierno ha tenido 2 discursos bajo los cuales ha tratado de justificar la provocación propia de una derecha golpista al poner a los milicos en la calle, un suicidio político dramático que reveló total ineptitud de manejo de la situación y, ciertamente, abofetear el slogan dicho con días de anticipación por parte del presidente: “Nuestro país es un verdadero oasis con una democracia estable.”
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Hoy es 17 de octubre de 2020. Vivimos ad portas del aniversario de un momento histórico, de la revuelta a la revolución, en este largo y delgado país llamado Chile. Estamos en plena crisis sanitaria, junto a las crisis sociales, políticas y de derechos humanos que se han agudizado en estos meses. Hay emociones diversas, sobretodo las referentes al origen de la violencia. Por mientras, el gobierno continúa una jugarreta infantil y estúpida de insistir en mantener el status quo simbolizado en la estatua de Baquedano en la plaza Dignidad. Ayer manifestantes la pintaron completa de rojo, hoy amaneció con sus colores grises y negros de pintura fresquita...
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