...porque entre las idas, venidas y avenidas, mejor ser luz ida que lúcida.

Cuánto sonido étnico...

Es como ese juego de niños, cuando nos fascinábamos por dejar caer gotas de pintura en un papel y después lo doblábamos en dos. Gotas de colores en una emulación de Mondrian o Kandinsky, pero con el factor azar mucho más presente; un gesto de improvisación que con la mirada de la infancia el deleite estaba en los colores, y su caída. Pero tras doblar la hoja y encontrar esas figuras ocultas que un test de Reusch intentó estúpidamente darles un sentido de inconciencia reprimida, el niño abría su boca de asombro. ¿De dónde salieron esas imágenes? Y así, doblaba el papel una y otra vez, viendo el aleteo de la nueva abstracción y para el adulto quedando la sonrisa gastada de una vanguardia netamente descriptiva... -marzo 2007-

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